Esa es la cuestión cuando se refiere a una entrevista de trabajo o bien, en el ejercicio humano de realizar una venta, ya sea de un producto, servicio o de una idea.

A lo largo de mi carrera como ejecutivo y facilitador-consultor he encontrado que el verdadero propósito de una entrevista, muchas veces no lo tenemos  definido por completo.

Tendríamos que hacernos la pregunta  ¿Cuál es el objetivo claro, concreto, nítido de lo que quiero  comunicar? Lo mejor sobre mí, de mi producto o servicio, o la mejor  idea.

La siguiente pregunta sería: ¿me lo creo?, ¿lo creo realmente?

¡Antes de vender, cómprate!

Se escribe y suena fácil, pero se necesita hacer un verdadero ejercicio de introspección, autoconocimiento, self awareness, para entenderlo o entendernos, dimensionar nuestro valor, nuestras competencias, experiencia, formación, valores, inteligencia emocional, el “todo” de un “yo”; con virtudes, defectos, la conciencia clara de nuestros errores, nuestras áreas de oportunidad en las que debemos trabajar siempre y,  en el mundo ideal  no esperar   a que alguien nos lo haga saber, para sorpresa y decepción nuestra.

El Doctor Paul Ekman dice que  una vez que aprendes a andar en bicicleta jamás se olvida, pero la inteligencia emocional es algo en lo que debemos trabajar siempre.

Ese “Yo” al que tanto tememos invocar, porque de alguna forma, a veces  se ha satanizado hablar en primera persona, ya que el “trabajo en equipo”, es el nombre del juego; y lo es, por supuesto.

Pero lo que no podemos hacer, es diluir nuestro liderazgo y nuestra contribución en este juego de juegos, que es el trabajo en equipo. Hay tiempos para hablar del “Nosotros” y tiempos para hablar del “Yo”, sobre todo en una entrevista de trabajo, abrazar el “yo”; no poquito, sino totalmente.

Dentro de nosotros se encuentran los aspectos, razones por las que somos valiosos, tanto para nosotros mismos y extendiéndolo más allá,  para nuestra familia, nuestros hijos, nuestros amigos y compañeros.

Se habla poco sobre el Síndrome del Impostor, y sería bueno también conocerlo; afecta principalmente a las personas exitosas, competitivas, cuando ellas no creen en sus éxitos, en su capacidad, y piensan que sus logros no son merecidos; mientras el mundo a su alrededor confía en ellas y las ve como  personas exitosas,  aptas y capaces para lidiar con los desafíos que se les presenten.

En su libro “Presence”, Amy Cuddy menciona que una gran actriz, ganadora de un Oscar ha sufrido de este síndrome, Kate Winslet.

Si sentimos que ronda este síndrome en nuestra vida hay que bloquearlo, sacarlo de nuestra vida, confiar siempre en nosotros, siempre y totalmente, ésta es la vacuna.

Si nosotros no creemos en nosotros, en el “Yo”, en nuestro potencial, en lo que podemos lograr y alcanzar, ¿por qué la gente tendría que confiar en nosotros?

“Si no quieres ser criticado jamás, no hagas nada nuevo o innovador”

Jeff Bezos

Vivimos rápido, muy rápido en un mar con olas inmensas de información que nos ahogan, sin tiempo para la reflexión y la calma; nuestra respiración acelerada y  nuestros movimientos rápidos le dictan a nuestra mente la información para que nos mantenga alertas y despiertos, todo el tiempo, buscando la eficiencia y la eficacia, ávidos de más información, además de nuestra participación  activa en social media, que nos estresa e inquieta a veces.

Tenemos que encontrar PAUSAS  en nuestro día a día, simplemente observar la cotidianidad, ser conscientes de nuestra respiración y del entorno, “abrazar” las pausas; en nuestro caminar, en nuestro movimientos, en nuestra comunicación, buscar un estado de relajación en el que podamos generar mejores pensamientos e ideas y tomar mejores decisiones en la vida.